En 1997 Roberto Benigni estrenó una película ganadora de tres Oscar entre otros muchos premios: 'La vita è bella' (título original)
Como bien dice la propia película: "Es una historia sencilla, aunque no fácil de contar", por lo que ya os adelanto que no estamos ante otra película que trata el holocausto.
Reconozco que había visto la película alguna que otra vez, pero nunca entera, siempre a trozos, y es que por el exceso de edulcorante que me trasmitía la película, y lo cansino que se me llegaba a hacer Benigni en su interpretación, me daba pereza darle un visionado en condiciones. Una vez vista de principio a fin, reconozco que tanto el exceso de edulcorante, como el exceso de verborrea que usa el personaje que interpreta Benigni, es totalmente necesario, porque la película trata de cómo un charlatán optimista se desvive primero para conseguir hacer feliz a una mujer, y después para que un niño consiga mantener su inocencia en uno de los peores panoramas de la historia.
El mayor peso de las actuaciones recae en el personaje de Guido, interpretado por Benigni, acompañado por Nicoletta Braschi que consigue que su personaje, Dora, ofrezca ese aire de ingenuidad necesario para creer en los cuentos de hadas; y un correcto Sergio Bini Bustric que interpreta a Ferruccio, el hijo de ambos.
Quien tenga pensado ver una película sobre el holocausto seguramente se encontrará con una película superficial, e incluso pretenciosa, pero a mi modo de ver estamos ante una película tan sencilla como bonita.
Ho!
La historia se desarrolla en la Italia anterior a la segunda guerra mundial, Guido, un joven judío de clase baja se enfrenta a las clases sociales para casarse con Dora, hija de una clase alta. Al empezar la segunda guerra mundial, Guido, su tío, y su hijo Ferruccio, son encarcelados por los nazis.
Como bien dice la propia película: "Es una historia sencilla, aunque no fácil de contar", por lo que ya os adelanto que no estamos ante otra película que trata el holocausto.
Reconozco que había visto la película alguna que otra vez, pero nunca entera, siempre a trozos, y es que por el exceso de edulcorante que me trasmitía la película, y lo cansino que se me llegaba a hacer Benigni en su interpretación, me daba pereza darle un visionado en condiciones. Una vez vista de principio a fin, reconozco que tanto el exceso de edulcorante, como el exceso de verborrea que usa el personaje que interpreta Benigni, es totalmente necesario, porque la película trata de cómo un charlatán optimista se desvive primero para conseguir hacer feliz a una mujer, y después para que un niño consiga mantener su inocencia en uno de los peores panoramas de la historia.
El mayor peso de las actuaciones recae en el personaje de Guido, interpretado por Benigni, acompañado por Nicoletta Braschi que consigue que su personaje, Dora, ofrezca ese aire de ingenuidad necesario para creer en los cuentos de hadas; y un correcto Sergio Bini Bustric que interpreta a Ferruccio, el hijo de ambos.
Quien tenga pensado ver una película sobre el holocausto seguramente se encontrará con una película superficial, e incluso pretenciosa, pero a mi modo de ver estamos ante una película tan sencilla como bonita.
Ho!
1 comentario:
A mi esta película me encanta. El personaje de Benigni, aunque es realmente inverosímil, se me hace encantador. Y el final me parece perfecto, dejando ese regusto a tragicomedia tan bueno que tiene la película durante casi todo el metraje.
Publicar un comentario