Thomas vive con cierta sensación de irrealidad flotando a su alrededor, por eso acude a la consulta de un psiquiatra con el que intenta conciliar este problema y éste le receta unas pastillas azules para sobrellevarlo. Un día le ocurre que saluda a una mujer que le resulta muy familiar, aunque al final se da cuenta que no es capaz de pronunciar su nombre. Todo es realmente extraño.
La película está protagonizada nuevamente por Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss, y en esta ocasión estarán acompañados por Yahya Abdul-Mateen II, Jonathan Groff, Jessica Henwick y Neil Patrick Harris entre otros.
Indiferencia, esa es la palabra que mejor describe mi sentir al salir del cine, bien es cierto que durante la primera mitad me gustó que jugara con el público haciéndonos replantear si lo que vimos en la anterior trilogía era real o no, pero cuando la película entra en materia todo resulta tan anodino y simplón, que no puedes evitar salir decepcionado (y esto lo dice alguien que fue a verla tras saber que la crítica general no estaba siendo nada positiva).
No en vano, me resultó destacable que Lana Wachowski tratara de romper la
cuarta pared casi como para dejar claro de quién fue la idea/imposición de que
hubiera una cuarta entrega, y así excusarse ante los fans, pero aún así, el que las escenas de acción fueran muy inferiores a lo que ya habíamos visto, y que todo gira en torno a una autocomplacencia hacia la trilogía original, y que el guion fuera tan plano, sí es culpa suya.
Lo dicho, indiferencia hacia una entrega que, al menos en mi caso, trataré de olvidar si Warner Bros. me lo permite.
PD: La película tiene una escena tras los créditos totalmente prescindible.
Ho!
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